Ayer me paso algo gracioso, si se puede llamar así. Dejando de lado que se me pinchó la rueda de la bicicleta en mitad de la montaña y me tocó bajar andando. Me llamó por teléfono un chaval que conozco, le dolía el pie, no podía andar. Y yo, como soy idiota, a la par que fisioterapeuta, fui con toda mi buena voluntad.
Llegué a su casa, no vivimos en el mismo pueblo, llamo a la puerta y aparece él con una sonrisa radiante de oreja a oreja. le pregunto, a ver chico lesionado..¿que te pasa? y me planta un beso en los labios. Nada, quería verte. y allí me quedo yo, petrificada en el portal de su casa, con todas las vecinas mirando hasta que me invita a pasar.
El resto ya os podéis imaginar, las risas por la cara de boba que se me quedó, el tonteo y al final, los besos, las caricias y lo mejor... la venganza, el levantarme y dejarlo a medias. Tenía que regresar a casa.
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